Si nos atraen tanto los sabores dulces y salados es porque la evolución ha hecho que sea así.
Ambas sustancias son fundamentales para nuestra vida.
El azúcar proporciona energía a nuestro cuerpo y nuestro cerebro consume mucha glucosa para funcionar.
La sal es fundamental para obtener sodio del que depende nuestro equilibrio celular.
El problema es que durante toda la evolución humana, las personas estuvieron en entornos en los que estas sustancias eran escasas y nuestros genes nos prepararon para localizarlas y consumirlas siempre que fuera posible.
Podemos decir que solo en el último siglo (lo que en términos evolutivos no es nada), el ser humano se ha encontrado en un entorno en el que hay exceso de sal, azúcar y grasas saturadas. Pero al mismo tiempo sigue con el instinto de tomar estas sustancias cuando están a mano para cuando existan periodos de escasez (que en nuestra sociedad nunca llegan).
Por tanto la evolución nos ha preparado mal para vivir en un entorno en el que hay exceso de estas sustancias. Tenemos que aprender a vivir y actuar en un entorno de abundancia para que nuestra salud no salga perjudicada.